El tiempo de reconstruir

Comenzó un fuego hace dos días a 28 millas de donde vivo, ya va por más de seis mil acres. Justo donde vivo aún se ven los troncos de árboles muertos, quemados en el fuego masivo hace siete años. Un recordatorio de lo frágil que son nuestras estructuras ante la mayoría de los desastres naturales. Un recordatorio que no me tienen que repetir, pues recuerdo al Huracán María (2017) y los terremotos (2020) de Puerto Rico como si fueran ayer.

Hace años escuché una frase que sale de un versículo, que dice, “¿Y si los fundamentos son destruídos, qué hacemos?” Los fuegos (al igual que otros desastres naturales) traen incertidumbre. Más allá del temor al riesgo contra la vida o la salud, también tememos a la destrucción masiva que traen.

¿Qué hacer mientras observamos un fuego que consume todo lo que nos tomó años construir?

  • Aceptar todas las emociones que surjan, en cualquier nivel que vengan

  • Aceptar las emociones que le surjan a otros, independientemente si son muy distintas a las nuestras

  • Tratar de conectar con la cuerpa/ el cuerpo para volver a un nivel de regulación (dentro de lo que es posible en una situación así)

  • Seguir las noticias del área y estar alerta a cualquier aviso/mandato de evacuación

  • Priorizar las necesidades básicas para mantener la vida y la salud

  • Confiar en que independientemente el nivel de destrucción que traiga, somos capaces de construir, y reconstruir

¿Qué hacemos si los fundamentos son destruidos? Reconstruimos. Y reconstruimos algo mejor de lo que teníamos.

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