Hacia la Regulación e Integración: tres cosas que nunca nos enseñaron sobre los conflictos

Es común preferir evitar lo que nos pueda traer dolor. Incluso, es una respuesta hasta saludable. Ahora, muchas veces nos preparamos para una incomodidad o emoción negativa cuando en realidad no se amerita. Quizás estamos reaccionando en base a similitudes que vemos de una situación del pasado. Sin embargo, es importante mantener apertura y curiosidad, pues las cosas cambian y nos sorprenden. ¿Eres de las personas que cuando percibes un conflicto, rápido cambias el tema o te vas del lugar? No eres la única. A muchos se nos activan las defensas y estamos listos para atacar o evitar (huir). Pero, ¿y si hay una alternativa?

Cuando nuestro sistema nervioso está en modo de supervivencia, tendemos a querer atacar o huir. Esa es la respuesta biológica, por diseño, ante un peligro real. Ahora, un conflicto con un familiar o una discusión con una amistad no conlleva ese peligro. Queda en nosotros enseñarles a nuestros sistemas nerviosos la diferencia entre un peligro real y una emoción incómoda. ¿Qué tal si re-aprendemos a manejar estas situaciones de otra manera? En vez de querer evadir el tema, pretender que no está ahí el conflicto, o salir corriendo, ¿qué tal si nos vestimos de valentía o lo atravesamos con apertura? Quizás así creemos nuevas conexiones cerebrales y aprendamos una nueva vía de procesar estas situaciones.

Hemos aprendido a autoimponernos expectativas que crean rigidez, lo cual a veces nos lleva a imponer expectativas en otras personas. Mientras no es malo tener expectativas, conviene mantenerlas con la mano un poco abierta, para aceptar las fluctuaciones de esta vida con flexibilidad. El cambio es constante, así que cultivar mayor flexibilidad y suavizar nuestra rigidez puede ayudarnos a aceptar la espontaniedad de la vida. De esta manera, no nos limitamos a cambiar, ni limitamos a otros., sino le damos la bienvenida a lo inevitable con una actitud positiva.

También hemos aprendido que “ignorar” las cosas es a veces lo correcto. Quizás nos criamos de una manera donde aprendimos a aguantar las ganas de llorar hasta que llegáramos a casa, o a explotar con ira cuando ya no podemos más. El cuerpo nos da muchas señales cuando las cosas no andan bien, pero nos hemos hecho expertos en ignorar estas señales y pretender que nada ha pasado. Cuando hacemos esto, suprimimos nuestros sentimientos y le quitamos a nuestra salud. El bienestar individual requiere que reconozcamos nuestras emociones y las validemos. Mientras se vale a veces esperar a poder canalizarlas adecuadamente, el ignorarlas nos puede causar daño. De igual manera, ignorar los sentimientos de otras personas puede causar daño. A veces el simple hecho de reconocer que están ahí puede aliviar la situación. Por ejemplo, “No estoy de acuerdo con tu punto, pero estás en toda tu libertad de sentirte molesto.”

Somos seres sociales, por ende, establecer una buena relación y vínculo cuando interactuamos puede hacer toda la diferencia. A veces pensamos que “el ser profesional” implica mantener las interacciones de manera superficial sin dar espacios a la expresión de pensamientos válidos. Cuando las personas se sienten seguras y vistas, pueden dar más. Esto no significa que se tenga que obligar el sobre compartir, pero que establecer una buena fundación relacional es vital para que la dinámica entre individuos sea llevadera. Esto es importante a la hora que se tiene un conflicto, pues debe haber práctica previa de hablar las cosas entre sí.

Entonces, flexibilizando nuestras expectativas y disminuyendo nuestra rigidez, validando los sentimientos de quienes nos rodean, y priorizando la fundación relacional con otros nos puede ayudar a manejar situaciones diarias con otras personas de manera saludable. Quizás estemos acostumbrados a hacer lo contrario porque así fue que nos criaron o así es que llevamos haciendo las cosas por años, pero quizás si nos damos el permiso a cambiar podamos establecer una nueva manera de permitirnos coexistir, manteniendo la salud aún en tiempos de conflictos.  

¿Qué tal si tenemos otro tipo de acercamiento? ¿Qué tal si cultivamos la curiosidad? ¿Qué tal si consideramos que quiazás seamos nosotrxs mismxs quienes estamos errando.

(Escrito en el 2021)

Previous
Previous

Giro Decolonial + Neurociencia

Next
Next

Recursos que utilizo para mis clientes autistas