Mi jornada en el análisis aplicado a la conducta (parte 3)

Trabajando en Pasadena, California, ya con la mayoría de mis horas acumuladas de ABA y psicológía clínica, y como practicante independiente de terapia educativa, pude comenzar a contrastar como el servicio de ABA se puede ver de manera muy distinta dependiendo de la empresa. Por ejemplo, con el centro regional, se le llamaba -intervención temprana- a las terapias de ABA bajo el modelo Denver. En una organización sin fines de lucro se daban -consultas del desarrollo-conductual- a lo que serían las consultas de ma/padres.

La polarización con la práctica de ABA era palpable, habían muchos clínicos explícitamente en contra de la disciplina, y habían quienes la defendían. En lo personal, dejé de propocionar mi trasforndo en esta disciplina a pedido del lugar donde trabajaba, ya que dentro de ese modelo no se ejercían los principios conductuales y mi rol mayormente era como terapeuta educativa y psicóloga asociada.

No ejercí en la disciplina hasta el 2023, cuando retomé las consultas del desarrollo. Ese año trabajé a tiempo parcial por el embarazo, y las consultas de ABA permitieron volver a entrar en la disciplina a tiempo parcial con un horario flexible.

En el 2024 saqué la licencia en Oregón, donde estaba viviendo en ese momento. Aunque el credencial BCBA tiene una certificación a nivel nacional, algunos estados piden licencia adicional. Usualmente implica un background check adicional y los costos de la aplicación en ese estado. En ese verano comencé a trabajar en una compañía en Portland, mi primera experiencia trabajando en una corporación ABA tan grande. Mis experiencias anteriores habían sido en clínicas y prácticas privadas relativamente pequeñas. Ninguna había sido tan grande como esta compañía.

Parte de la experiencia tan negativa que me llevé fue eso, que la compañía era demasiado grande, y se perdía el tacto humano del tratamiento clínico. La compañía tenía políticas fuertes en cuanto al horario y servicios, haciendo el proceso un poco injusto para las familias y para los técnicos de la conducta. A veces las familias se frustraban de que distintas personas de la compañía (de distintos estados y departamentos) las habían llamado para pedir la misma información. Luego internamente, se nos hacía difícil localizar la información. Demasiados empleados, demasiadas divisiones. Mucho papeleo, poco tacto humano de calidad.

Al mes de estar en esta compañía, comencé a comunicar con colegas que estaba pensando irme. Sin embargo, justo ahí renunció una colega. Me entró un sentido de culpa y decidí quedarme un mes más, en lo que la compañía conseguía a otra persona. Así pasaron tres meses más, ya que tres colegas adicionales renunciaron, incluyendo colegas que habían comenzado después de mi.

El nivel de burnout era palpable, y la compañía tenía a cargo personas que tenían trasfondo en negocios pero no en el lado clínico. Cuando le expresé mis quejas a la jefa de mi jefa de mi jefa, me dijo que la compañía debía mantener sus prácticas porque un estado sostiene financieramente a otro estado, y que su rol era mantener el cuadro grande en mente, y mantener a cinco mil personas empleadas. Lo que aprendí de esa reunión, es que la práctica del ABA puede verse totalmente diferente dependiendo de cómo las empresas se adapten a las realidades de nuestro sistema salubrista capitalista. Mientras esa persona se preocupaba por el cuadro grande de la compañía y sus miles de empleados, yo me preocupaba por solo una personita, mi cliente, y todo el futuro que tenía por delante.

No duré mucho tiempo en esa compañía, pero el aprendizaje fue duradero. El ABA a veces tiene mala reputación, y por muy buena razón. Empresas como esa priorizan la operación corporativa por encima del tratamiento clínico individualizado. Buscan reducir costos automatizando muchas cosas con el uso de la tecnología, exprimiendo así el tiempo que le pueden sacar a un BCBA. Lo más que me dolió de toda esa experiencia, era el trato tan pobre que le daban a los RBTs. Le pedían disponibilidad completa (algo como 8am a 6pm), pero solo le daban 4-5 horas diarias de trabajo pago. Algo que una RBT que supervisé recalcó que no era legal. Y tenía razón. Esas prácticas no van de acuerdo con las leyes de Oregón, pero lamentablemente en este estado no hay unión que abogue por los RBTs, ni departamento que monitoree a estas empresas.

Cuando me fui de la compañía, llamé a los pediatras y psicólogos que hacían la mayoría de los referidos, y les compartí mi experiencia y preocupaciónes. Hasta el día de hoy, cuando hago mis evaluaciones diagnósticas y escribo recomendaciones, incluyo información sobre estas dinámicas para que las familias puedan reconocer prácticas basadas en evidencia y prácticas que son banderas rojas.

Esta experiencia no es única. En internet se pueden encontrar cientos y cientos de blogs y páginas con historias de horros de esta índole. Incluso, un buen ejercicio a hacer es averiguar si la compañía ha tenido que cambiar su nombre legal o reestructurarse, debido a multas pasadas o casos legales.

La ciencia del ABA no es lo mismo a las prácticas de negocios de un centro ABA.

De este sabor amargo, me fui y tomé un descanso del ABA. Pero volví al corto tiempo, esta vez con mi práctica privada. Pequeña, rural, individualizada. No una práctica para hacerme millonaria, pero una práctica suficiente para sostenerme, y lo más importante, hacer trabajo significativo, tanto para las familias, como para los clínicos que trabajamos, porque nos nutrimos y crecemos mutuamente. Mis vecinos me conocen, las maestras me conocen, las familias me conocen. Esto es parte de lo que puede hacer que el ABA funcione. Que continúe siendo una práctica humana y basada en ciencia. Eso sí, mi práctica privada tiene muchos otros servicios, no solamente el ABA, volviendo a esas raíces interdisciplinarias de mi preparación académica.

Ya van cinco años de descubrir esta disciplina, formarme, licenciarme, y ahora ejercerla con el junte de otras filosofías y modelos de terapia. Cuéntame, ¿tienes una historia con el ABA?

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El tiempo de reconstruir